El PC al acecho

“El trabajo ingrato del ministro de Hacienda es llamar al orden, decir cuándo se puede y cuándo no. Cuando el apoyo político se desploma, más encima en años electorales, éste puede ser el trabajo más duro que existe”.

Pablo Correa

Economía, La Segunda

Después del balde de agua fría que debió significar para la Nueva Mayoría el rechazo a su gestión que mostró la encuesta CEP de hace un par de semanas, uno podría haber esperado un discurso y postura común de parte de la coalición, en pos de mejorar la conducción del Gobierno de cara a los próximos 18 meses.

Pero como el alumno molestoso, siempre díscolo e independiente, el Partido Comunista en cambio pide que se abandonen ciertos “dogmas” de algunos economistas, y se utilicen los recursos de los fondos soberanos para tener un presupuesto fiscal más expansivo en 2017. Las alternativas son: o que el PC no entiende absolutamente nada de contabilidad fiscal o que le gusta meter ruido irresponsablemente, opción por la que me inclino.

Respecto del primer punto, el gasto público no se limita ni determina por condiciones de liquidez del Estado. Si fuera así, perfectamente se podría decidir gastar la totalidad de los fondos soberanos o endeudar al Estado por el mayor monto que el mercado esté dispuesto a prestar, y así generar una gran expansión del gasto.

En cambio, la lógica de la política fiscal desde 2001 en adelante no se basa en cuánta plata hay hoy en la billetera, sino en cuánto es responsable gastar pensando en cuánto tendré más adelante, y en que siempre, siempre, las deudas se pagan. Si no fuera así, y por un tema de credibilidad y riesgo soberano, en el extremo cada año tendría la capacidad de gastar sólo los recursos disponibles de ese período y nada más. No podría tener acceso al mercado de deuda ni, por ejemplo, financiar los cerca de US$ 8.000 millones que se proyectan como déficit efectivo para 2017, incluso con un presupuesto austero.

Abandonar lo que el PC llama “dogmas de economistas” en realidad es olvidar el sentido común que cualquier padre de familia sabe: uno no puede gastar por siempre más que lo que gana y la capacidad de endeudarse tiene un límite. Cualquier cosa distinta es música, o, peor aún, demagogia e irresponsabilidad pública.

El trabajo ingrato del ministro de Hacienda es llamar al orden, decir cuándo se puede y cuándo no. Cuando el apoyo político se desploma, más encima en años electorales, éste puede ser el trabajo más duro que existe, sobre todo cuando dentro de sus propias filas el Gobierno tiene al PC al acecho. Antes del 30 de septiembre, cuando se presente el presupuesto fiscal 2017, sabremos de qué lado se inclinó la balanza.

Economía – La Segunda
Autor: Pablo Correa
AGO 29, 2016
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